La práctica del yoga comienza con la respiración. Una respiración amplia y regulada es el fundamento de la salud física y mental.
Por ello, el primer objetivo para la práctica del yoga es desarrollarla, prolongándola y creando un ritmo conveniente en sus cuatro fases: la inspiración, el mantenimiento a pulmones llenos, la espiración y el mantenimiento a pulmones vacíos.
La libertad de movimiento de estas fases será indispensable para una buena capacidad respiratoria, y un crecimiento considerable del volumen respiratorio.
Respirar puede considerarse como la más importante de las funciones del cuerpo, porque de ella dependen todas las demás. Según sea la calidad de nuestra respiración, así será la calidad de nuestra vida.
«La respiración es la base de la vida»
Una respiración correcta requiere respirar por la nariz, de forma fluida, profunda y sin esfuerzo. Con una inhalación y exhalación completas, respetando siempre el impulso natural de la inspiración, los pulmones trabajan con su totalidad. Cuanto más aire se exhale, mayor volumen de aire fresco se podrá inhalar. Además, al inhalar por la nariz, el aire se calienta y se filtra de impurezas.
La regulación correcta de la respiración aporta salud y bienestar general al permitir la purificación de la sangre. Los hábitos correctos en este proceso son los que han de aportar grandes dosis de vitalidad, así como una mayor inmunidad contra las enfermedades.
La atención sobre tu respiración genera grandes cambios en este esquema sin que nosotros apenas tengamos que intervenir. Basta con observarla pasivamente para que la energía mental se estabilice, restablezca un estado psicoemocional armonioso, y la respiración recupere su cauce natural, tomándose rítmica, suave y pausada.
Las técnicas yóguicas de respiración permitirían desarrollar y utilizar al máximo la capacidad pulmonar, además de maximizar la absorción de Prâna (energía).
Practicar unos minutos estos ejercicios aumenta la vitalidad física, produce una sensación de renovación, tranquiliza la mente, mejora la atención, ayuda a vencer la depresión y el estrés, y también alivia los síntomas de muchas enfermedades.
«Cuando se respira de forma irregular, la mente permanece inestable; cuando la respiración se calma, la mente queda inmóvil y el yogui obtiene el poder de la calma».
La actividad cerebral y el ritmo respiratorio están íntimamente ligados y se influyen mutuamente. Cuando la actividad mental se altera, automáticamente se producen cambios en el patrón respiratorio. Basta con hacer la respiración más rítmica, lenta y profunda para conseguir una situación de estabilidad y relajación.
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